31.5.07

Antología Visiones 1992

Desde 1992, la AEFCFT publica una antología de narrativa inédita. Los dos primeros volúmenes se llamaron Visiones Propias, para pasarse a partir del tercero a designarlos simplemente como Visiones más el año de su publicación. El antologista designado cada año tiene plena libertad para seleccionar a su gusto las obras a publicar. De esta manera se obtiene una selección singular, al tiempo que se dan a conocer los autores españoles y se fomenta la fantasía y la ciencia ficción.


Antología Visiones 1992
Selección de Julián Díez.
Contenido:
El dragón está suelto de Pedro Pablo García May Cromatóforo de León Arsenal El relevo de Adolfina García Orellana El celador de
Félix J. Palma Recuerda, aquello, sueños, nosotros tres de Juan Manuel Santiago El piso maldito de Pedro Pemau Un cuento de Vir Boogliest de José Ignacio Ocaña Tormenta de José Antonio Cotrina

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE

17: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 17 –Silencio, puta, o te despacho de un solo corte –la amenazó. –No es aquí, hijo. Las damas de la noche están al otro lado de la calle, donde tienen la música. –No te burles, esto es un asalto. –¿Cómo dices? –sonrió incrédula Clarisa–. ¿Y qué me vas a robar a mí? _Siéntate en esa silla, voy a amarrarte. –De ninguna manera, hijo, puedo ser tu madre, no me faltes el respeto. – ¡Siéntate! –No grites, porque vas a asustar a mi marido, que está delicado de salud. Y de paso guarda el cuchillo, que puedes herir a alguien –dijo Clarisa. –Oiga, señora, yo vine a robar –masculló el asaltante desconcertado. –No, esto no es un robo. Yo no te voy a dejar que cometas un pecado. Te voy a dar algo de dinero por mi propia voluntad. No me lo estás quitando, te lo estoy dando, ¿está claro? –Fue a su cartera y sacó lo que le quedaba para el resto de la seinana–. No tengo más. Somos una familia bastante pobre, como ves. Acompáñame a la cocina, voy a poner la tetera. El hombre se guardó el cuchillo y la siguió con los billetes en la mano. Clarisa preparó té para ambos, sirvió las últimas galletas que le quedaban y lo invitó a sentarse en la sala. –¿De dónde sacaste la peregrina idea de robarle a esta pobre vieja? El ladrón le contó que la había observado durante días, sabía que vivía sola y pensó que en aquel caserón habría algo que llevarse. Ése era el primer asalto, dijo, tenía cuatro hijos, estaba sin trabajo y no podía llegar otra vez a casa con las manos vacías. Ella le hizo ver que el riesgo era demasiado grande, no sólo podían llevarlo preso, sino que podía condenarse al infierno, aunque en verdad ella dudaba que Dios fuera a castigarlo con tanto rigor, a lo más iría a parar al purgatorio, siempre que se arrepintiera y no volviera a hacerlo, por supuesto. Le ofreció incorporarlo a la lista de sus protegidos y le prometió que no lo acusaría a las autoridades. Se despidieron con un par de besos en las mejillas. En los diez años siguientes,hasta la muerte de Clarisa, el hombre le enviaba por correo un pequeño regalo en cada Navidad. No todas las relaciones de Clarisa eran de esa calaña, también conocía a gente de prestigio, señoras de alcurnia, ricos comerciantes, banqueros y hombres públicos, a quienes vis¡~ taba buscando ayuda para el prójimo, sin detenerse a especular cómo sería recibida. Cierto día se presentó en la oficina del diputado Diego Cienfuegos, conocido por sus incendiarios discursos y por ser uno de los pocos políticos incorruptibles del país, lo cual no le impidió ascender a ministro y acabar en los libros de historia como padre intelectual de un cierto tratado de la paz. En esa época Clarisa era joven y algo tímida, pero ya tenía la misma tremenda determinación que la caracterizó en la vejez. Llegó donde el diputado a pedirle que usara su influencia para conseguir una nevera moderna a las Madres Teresianas. El hombre la miró pasmado, sin entender las razones por las cuales él debía ayudar a sus enemigas ideológicas. –Porque en el comedor de las monjitas almuerzan gratis cien niños cada día, y casi todos son hijos de los comunistas y evangélicos que votan por usted –replicó mansamente Clarisa. Así nació entre ambos una discreta amistad que habría de costarle muchos desvelos y favores al político. Con la misma lógica irrefutable conseguía de los jesuitas becas escolares para muchachos ateos, de la Acción de Damas Católicas ropa usada para las prostitutas de su barrio, del Instituto Alemán instrumentos de música para un coro hebreo, de los dueños de viñas fondos para los programas de alcohólicos. Ni el marido sepultado en el mausoleo de su cuarto, ni las extenuantes horas de trabajo cotidiano, evitaron que Clarisa quedara embarazada una vez más. La comadrona le advirtió que con toda probabilidad daría a luz otro anormal ‘pero ella la tranquilizó con el argumento de que Dios mantiene cierto equilibrio en el universo, y tal como crea algunas cosas torcidas, también crea otras derechas, por cada virtud hay un pecado, por cada alegría una desdicha, por cada mal un bien y así, en el eterno girar de la rueda de la vida todo se compensa a través 17 Librodot

29.5.07

La luna de cerca

La sonda de la NASA Lunar Prospector realizó un acercamiento para observar de cerca la luna. La misión entró en una fase más larga, y los controladores redujeron la altitud de este orbitador lunar de 100 a 30 kilómetros, lo que permite tomar fotografias espectaculares y muy detalladas, como esta. Ya se han observado propiedades globales y se han registrado pruebas de la existencia de hielo de agua en los polos lunares.

Este ´zoom´ de la luna fue captado desde el Observatorio Europeo Austral con la nueva cámara WFI. Muestra sombras muy realistas y terreno con muchos contrastes cercano al sobresaliente cráter Gassendi, en la parte norte del Mare Humorum.

El origen de los cráteres lunares se ha debatido durante mucho tiempo. Los últimos estudios muestran que la mayor parte se formaron por impactos explosivos de meteoritos que viajaban a gran velocidad o de pequeños asteroides, sobre todo durante la era primaria de la historia lunar, cuando el Sistema Solar contenía todavía muchos de estos fragmentos.

Un Ala y Una Oración: Saltadores de Altura

Por cientos de años mucha gente ha intentado volar. Algunos han querido volar brincando desde lo alto de los edificios o la cima de las montañas. El emperador chino Shin fue el primer hombre en volar. Saltó desde una torre, utilizando dos enormes sombreros. El emperado Shin en realidad no logró volar. Cayó al suelo. Fue, más bien, el primer paracaidista.

Este es un paracaídas.

Un paracaídas

Un paracaidista es una persona que se lanza en caída libre desde las alturas. Esta persona utiliza un instrumento especial. El paracaidista logra aterrizar en el suelo sano y salvo.

Modelo de Gestión

La alianza estratégica entre el Instituto Nacional de Cultura (que representa al Estado); la Universidad Nacional de Trujillo (responsable de las investigaciones y gestión del monumento arqueológico); el Patronato Huacas del Valle Moche, (formado por miembros de la comunidad) y la Unión de Cervecerías Peruanas Backus y Johnston, empresa privada que constituye la principal fuente de financiamiento del Proyecto, permite la ejecución del trabajos de investigación, conservación y desarrollo de la actividad turística en la Huaca de la Luna.

Los resultados de los trabajos que se han realizado gracias a esta alianza demuestran que uniendo los esfuerzos entre entidades académicas, privadas y públicas se puede desarrollar un modelo de gestión exitoso, para ejecutar en países de escasos recursos económicos como el Perú, proyectos de investigación arqueológica, conservación y desarrollo turístico de largo plazo.

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE

16: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 16 recordaba su pasado abolengo y porque desde hacía más de cuarenta años su marido se había enterrado allí en vida, en un cuarto al fondo del patio. El hombre fue juez de una lejana provincia, oficio que ejerció con dignidad hasta el nacimiento de su segundo hijo, cuando la decepción le arrebató el interés por enfrentar su suerte y se refugió como un topo en el socavón maloliente de su cuarto. Salía muy rara vez, como una sombra huidiza, y sólo abría la puerta para sacar la bacinilla y recoger la comida que su mujer le dejaba cada día. Se comunicaba con ella por medio de notas escritas con su perfecta caligrafía y de golpes en la puerta, dos para sí y tres para no. A través de los muros de su cuarto se podían escuchar su carraspeo asmático y algunas palabrotas de bucanero que no se sabía a ciencia cierta a quién iban di– rigidas. –Pobre hombre, ojalá Dios lo llame a Su lado cuanto antes y lo ponga a cantar en un coro de ángeles –suspiraba Clarisa sin asombro de ironía; pero el fallecimiento oportuno de su marido no fue una de las gracias otorgadas por La Divina Providencia, puesto que la ha sobrevivido hasta hoy, aunque ya debe tener más de cien años, a menos que haya muerto y las toses y maldiciones que se escuchan sean sólo el eco de ayer. Clarisa se casó con él porque fue el primero que se lo pidió y a sus padres les pareció que un juez era el mejor partido posible. Ella dejó el sobrio bienestar del hogar paterno y se acomodó a la avaricia y la vulgaridad de su marido sin pretender una fortuna mejor. La única vez que se le oyó un comentario nostálgico por los refinamientos del pasado fue a propósito de un piano de cola con el cual se deleitaba de niña. Así nos enteramos de su afición por la música y mucho más tarde, cuando ya era una anciana, un grupo de amigos le regalamos un modesto piano. Para entonces ella había pasado casi sesenta años sin ver un teclado de cerca, pero se sentó en el taburete y tocó de memoria y sin la menor vacilación un Nocturno de Chopin. Un par de años después de la boda con el juez, nació una hija albina, quien apenas comenzó a caminar acompañaba a su madre a la iglesia. La pequeña se deslumbró en tal forma con los oropeles de la liturgia, que comenzó a arrancar los cortinajes para vestirse de obispo y pronto el único juego que le interesaba era imitar los gestos de la misa y entonar cánticos en un latín de su invención. Era retardada sin remedio, sólo pronunciaba palabras en una lengua desconocida, babeaba sin cesar y sufría incontrolables ataques de maldad, durante los cuales debían atarla como un animal de feria para evitar que masticara los muebles y atacara a las personas. Con la pubertad se tranquilizó y ayudaba a su madre en las labores de la casa. El segundo hijo llegó al mundo con un dulce rostro asiático, desprovisto de curiosidad, y la única destreza que logró adquirir fue equilibrarse sobre una bicicleta, pero no le sirvió de mucho porque su madre no se atrevió nunca a dejarlo salir de la casa. Pasó la vida pedaleando en el patio en una bicicleta sin ruedas fija en un atril. La anormalidad de sus hijos no afectó el sólido optimismo de Clarisa, quien los consideraba almas puras, inmunes al mal, y se relacionaba con ellos sólo en términos de afecto. Su mayor preocupación consistía en preservarlos incontaminados por sufrimientos terrenales, se preguntaba a menudo quién los cuidaría cuando ella faltara. El padre, en cambio, no hablaba jamás de ellos, se aferró al pretexto de los hijos retardados para sumirse en el bochorno, abandonar su trabajo, sus amigos y hasta el aire fresco y sepultarse en su pieza, ocupado en copiar con paciencia de monje medieval los periódicos en un cuaderno de notario. Entretanto sumujer gastó hasta el último céntimo de su dote y de su herencia y luego trabajó en toda clase de pequeños oficios para mantener a la familia. Las penurias propias no la alejaron de las penurias ajenas y aun en los períodos más difíciles de su existencia no postergó sus labores de misericordia. Clarisa poseía una ¡limitada comprensión por las debilidades humanas. Una noche, cuando ya era una anciana de pelo blanco, se encontraba cosiendo en su cuarto cuando escuchó ruidos desusados en la casa. Se levantó para averiguar de qué se trataba, pero no alcanzó a salir, porque en la puerta tropezó de frente con un hombre que le puso un cuchillo en el cuello. 16 Librodot

25.5.07

Halo lunar

Esta foto se captó cuando nubes altas y delgadas que contenìan millones de cristales de hielo cubriendo gran parte del cielo. Cada uno de los cristales de hielo actúan como lentes en miniatura. Esto ocurre por que la gran parte de estos cristales tienen una forma hexagonal alargada y la luz que entra por una de las caras de estos cristales se refracta por su lado opuesto justo a 22 grados, lo que corresponde al radio del halo lunar.

Un fenòmeno similar es el halo solar que puede ser visible durante el dìa. Esta fotografía fue tomada en Lansdowne, Pensilvania . Júpiter aparece a la izquierda de la Luna.

A veces se distingue un segundo halo causado por la refracción de los cristales de hielo alrededor del halo principal a una distancia de 46° del centro de la Luna.

Introducción

Muchas personas siempre han querido volar. Las tres cosas que se necesitan para poder volar son la sustentación, el empuje (o propulsión) y el control.

La sustentación es la habilidad de elevarse y mantenerse en el aire.
El empuje es la fuerza que se necesita para moverse por el aire.
El control es la habilidad de dirigirse hacia donde uno quiera.

Este es un pájaro. Este pájaro puede volar. El pájaro se eleva por el aire y aletea sus alas. El pájaro se mueve a través del aire y vuela hacia donde quiere ir. El pájaro tiene control.

Hace mucho tiempo, la gente probó diversas formas de poder volar. Algunos trataron de volar con alas. Algunos otros quisieron volar sin alas.

Hombre con alas

Algunas personas fabricaron globos para volar en ellos. Aquí tenemos un globo. La gente volaba en globos.


El primer globo de hidrógeno


Algunos intentaron volar con planeadores como este.

El palneador de Lilienthal

Este es un avión.


El avión CV-990



Los hermanos Wright construyeron el primer avión. Ellos fueron los primeros en volar en avión.

El avión de los hermanos Wright

Génesis del Proyecto

El descubrimiento de relieves polícromos realizado en 1990 por el restaurador Ricardo Morales Gamarra motivó a que en mayo de 1991, la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo (Perú), con apoyo de la Fundación Ford y de la Sociedad Cervecera de Trujillo inicie la ejecución del Proyecto Huaca de la Luna.
Los objetivos del Proyecto son la Investigación, conservación y puesta en valor del monumento arqueológico, ubicado en el complejo Huacas de Moche, uno de los sitios prehispánicos más importantes del norte del Perú.

Aunque el estudio de la arquitectura monumental de la Huaca de la Luna resulta muy importante para el proyecto, no es el único objetivo, pues también se están realizando estudios multidisciplinarios para ampliar nuestros conocimientos respecto al origen del estado y del desarrollo urbano andinos, con el objeto de comprender mejor a la sociedad Mochica, que en su época fue una de las más exitosas de la región, que actualmente pertenece a la costa del norte peruano.

Desde sus inicios, el Proyecto Huaca de la Luna (Trujillo-Perú) está a cargo de dos directores: el arqueólogo Santiago Uceda Castillo y el restaurador Ricardo Morales Gamarra. Ambos expertos han programado el trabajo a largo plazo, con un enfoque multidisciplinario, que involucra a arqueólogos, antropólogos, historiadores, conservadores, arquitectos, ingenieros y otros especialistas para garantizar el rigor de las investigaciones científicas y el éxito de los trabajos de conservación y puesta en valor del monumento arqueológico.

Tras 14 años de paciente labor, los principales logros del Proyecto Huaca de la Luna radican en haber resuelto muchos enigmas respecto a la cosmovisión de los mochicas y en haber realizado trabajos de conservación de óptima calidad, que se ajustan cuidadosamente a la teoría y filosofía de restauración.

Los objetivos alcanzados permiten ofrecer al Perú y al mundo la posibilidad de conocer un gran templo antiguo, donde los visitantes encuentran un ambiente cómodo y seguro, para gozar de la belleza y autenticidad de los valores culturales que allí se conservan, y viajar imaginariamente hacia al grandioso pasado del milenario pueblo Mochica.

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE

15: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 15 CLARISA Clarisa nació cuando aún no existía la luz eléctrica en la ciudad, vio por televisión al primer astronauta levitando sobre la superficie de la luna y se murió de asombro cuando llegó el Papa de visita y le salieron al encuentro los homosexuales disfrazados de monjas. Había pasado la infancia entre matas de helechos y corredores alumbrados por candiles de aceite. Los días transcurrían lentos en aquella época. Clarisa nunca se adaptó a los sobresaltos de los tiempos de hoy, siempre me pareció que estaba detenida en el aire color sepia de un retrato de otro siglo. Supongo que alguna vez tuvo cintura virginal, porte gracioso y perfil de medallón, pero cuando yo la conocí ya era una anciana algo estrafalaria, con los hombros alzados como dos suaves jorobas y su noble cabeza coronada por un quiste sebáceo, como un huevo de paloma, alrededor del cual ella enrollaba sus cabellos blancos. Tenía una mirada traviesa y profunda, capaz de penetrar la maldad más recóndita y regresar intacta. En sus muchos años de existencia alcanzó fama de santa y después de su muerte muchos tienen su fotografía en un altar doméstico, junto a otras imágenes venerables, para pedirle ayuda en las dificultades menores, a pesar de que su prestigio de milagrera no está reconocida por el Vaticano y con seguridad nunca lo estará, porque los beneficios otorgados por ella son de índole caprichosa: no cura ciegos como Santa Lucía ni encuentra marido para las solteras como San Antonio, pero dicen que ayuda a soportar el malestar de la embriaguez, los tropiezos de la conscripción y el acecho de la soledad. Sus prodigios son humildes e improbables, pero tan necesarios como las aparatosas maravillas de los santos de catedral. La conocí en mi adolescencia, cuando yo trabajaba como sirvienta en casa de La Señora, una dama de la noche, como llamaba Clarisa a las de ese oficio. Ya entonces era casi puro espíritu, parecía siempre a punto de despegar del suelo y salir volando por la ventana. Tenía manos de curandera y quienes no podían pagar un médico o estaban desilusionados de la ciencia tradicional esperaban turno para que ella les aliviara los dolores o los consolara de la mala suerte. Mi patrona solía llamarla para que le aplicara las manos en la espalda. De paso, Clarisa hurgaba en el alma de La Señora con el propósito de torcerle la vida y conducirla por los caminos de Dios, caminos que la otra no tenía mayor urgencia en recorrer, porque esa decisión habría descalabrado su negocio. Clarisa le entregaba el calor curativo de sus palmas por diez o quince minutos, según la intensidad del dolor, y luego aceptaba un jugo de fruta como recompensa por sus servicios. Sentadas frente a frente en la cocina, las dos mujeres charlaban sobre lo humano y lo divino, mi patrona más de lo humano y ella más de lo divino, sin traicionar la tolerancia y el rigor de las buenas maneras. Después cambié de empleo y perdí de vista a Clarisa hasta un par de décadas más tarde, en que volvimos a encontrarnos y pudimos restablecer la amistad hasta el día de hoy, sin hacer mayor caso de los diversos obstáculos que se nos interpusieron, inclusive el de su muerte, que vino a sembrar cierto desorden en la buena comunicación. Aun en los tiempos en que la vejez le impedía moverse con el entusiasmo misionero de antaño, Clarisa preservó su constancia para socorrer al prójimo, a veces incluso contra la voluntad de los beneficiarios, como era el caso de los chulos de la calle República, quienes debían soportar, sumidos en la mayor mortificación, las arengas públicas de esa buena señora en su afán inalterable de redimirlos. Clarisa se desprendía de todo lo suyo para darlo a los necesitados, por lo general sólo tenía la ropa que llevaba puesta y hacia el final de su vida le resultaba difícil encontrar pobres más pobres que ella. La caridad se convirtió en un camino de ¡da y vuelta y ya no se sabía quién daba y quién recibía. Vivía en un destartalado caserón de tres pisos, con algunos cuartos vacíos y otros alquilados como depósito a una licorería, de manera que una ácida pestilencia de borracho contaminaba el ambiente. No se mudaba de esa vivienda, herencia de sus padres, porque le 15 Librodot

24.5.07

Relieve terrestre

Las formas de relieve están determinadas por la composición y la estructura litológicas, y por los procesos que llevaron a su génesis. La fotografía de arriba es uno de los mejores mapas de la corteza terrestre jamás realizados del planeta en el que vivimos.

El mapa incorpora datos proporcionados por varios países diferentes de todo el mundo. La corteza continental se encuentra en las zonas emergidas del planeta pero también bajo los océanos, cerca de las costas. Está formada por rocas plutónicas, volcánicas, sedimentarias y metamórficas. Es más gruesa y menos densa que la oceánica. En ella se encuentran las rocas más antiguas.

COMPLEJO ARQUEOLÓGICO HUACAS DEL SOL Y DE LA LUNA

El complejo arqueológico Huacas del Sol y de la Luna incluye dos grandes pirámides truncas, la Huaca Las Estrellas, Huaca del Cerro Blanco, geoglifo de la Araña y otras construcciones ubicadas en la costa norte del Perú, en un paisaje caracterizado por la imponencia del Cerro Blanco, la vegetación que crece gracias a las aguas del río Moche y la cercanía al mar.

Ambas huacas constituyeron el centro del poder del milenario pueblo mochica, que se desarrolló entre los año 100 y 900 después de Cristo. Actualmente el complejo arqueológico, también conocido como Huacas de Moche, abarca unas 60 hectáreas de extensión.

Ambas huacas están separadas por una explanada de unos 500 metros, donde aún se conserva bajo tierra el centro urbano que albergó a la élite moche.

Algunos investigadores sostienen que el reino mochica cayó por el impacto generado por el fenómeno de El Niño, que periódicamente causa lluvias torrenciales e inundaciones en la costa norte del Perú.

Al caer el reino Moche, sus territorios fueron ocupados sucesivamente por los pobladores de las culturas Lambayeque y Chimú, descendientes de los Moche. Alrededor de 1470 los Chimú fueron vencidos por los incas, poco antes de que los españoles desarticularan al imperio inca, el Tahuantinsuyo.

El Proyecto ejecutado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Trujillo y el Patronato Huacas del Valle de Moche, cuenta con el apoyo incondicional de la Fundación Backus, Robert Wilson Challenge, a través de la World Monument Found, la Municipalidad Provincial de Trujillo, y otras empresas e instituciones.

Ciencia y Mitología

El mito de Dédalo tiene un interés especial porque en él un ser humano vuela gracias a su propio invento. Sabemos, por supuesto, que se necesita algo más que cera y plumas para sostenerse y elevarse por el aire, pero en esta historia tenemos un ejemplo de cómo la humanidad puede volar utilizando sus propias invenciones.

¿Acaso la ciencia ha destruido los mitos de épocas antiguas? Los encontramos divertidos pero ya no representan el centro de nuestras vidas. En los últimos 50 años se han realizado más descubrimientos que en todos los años anteriores, y ese paso está aumentando.

El género de historia más popular hoy en día se llama "ciencia ficción." Aquí el mito y la ciencia se juntan y nos hacen ver nuestros poderes y nuestras debilidades. Ya no necesitamos de mitos para explicar muchas de las fuerzas de la naturaleza. Lo que ahora estas historias tratan de explicar son los poderes de la tecnología y el futuro.

Un amplio repaso de tiempos más simples, nos revela que la fascinación que ha tenido la humanidad por el vuelo implica mucho más que simplemente construir algo que pueda despegar de la tierra. Aunque el vuelo ahora es una realidad y las estrellas ya no parecen tan lejanas, el volar sigue siendo una vía de escape, poder, y libertad.

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE

14: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 14 universidad de la capital y después entró a trabajar en un banco. Entretanto, su madre se casó con su amante y entre los dos siguieron administrando la pensión, hasta que tuvieron ahorros suficientes para retirarse a una pequeña casa de campo, donde cultivaban claveles y crisantemos para vender en la ciudad. El Ruiseñor colocó su afiche de artista en un marco dorado, pero no volvió a cantar en espectáculos nocturnos y nadie lo echó de menos. Nunca acompañó a su mujer a visitar a la hijastra, tampoco preguntaba por ella, para no alborotar las dudas de su propio espíritu, pero pensaba en ella a menudo. La imagen de la niña permaneció intacta para él, los años no la rozaron, siguió siendo la criatura lujuriosa y vencida de amor a quien él rechazó. En verdad, a medida que transcurrían los años el recuerdo de esos huesos livianos, de esa mano infantil en su vientre, de esa lengua de bebé en su boca, fue creciendo hasta convertirse en una obsesión. Cuando abrazaba el cuerpo pesado de su mujer, debía concentrarse en esas visiones, invocando meticulosamente a Elena, para despertar el impulso cada vez más difuso del placer. En la madurez iba a las tiendas de ropa infantil y compraba bragas de algodón para deleitarse acariciándolas y acariciándose. Después se avergonzaba de esos instantes desaforados y quemaba las bragas o las enterraba profundamente en el patio, en un intento inútil de olvidarlas. Se aficionó a rondar las escuelas y los parques, para observar de lejos a las muchachas impúberes, que le devolvían por unos momentos demasiado breves el abismo de ese jueves inolvidable. Elena tenía veintisiete años cuando fue a visitar la casa de su madre por primera vez, para presentarle a su novio, un capitán del ejército que llevaba un siglo rogándole que se casara con él. En uno de esos atardeceres frescos de noviembre llegaron los jóvenes, él vestido de paisano, para no parecer demasiado arrogante en galas militares, y ella cargada de regalos. Bernal había aguardado esa visita con la ansiedad de un adolescente. Se había mirado al espejo incansablemente, escrutando su propia imagen, preguntándose si Elena vería los cambios o si en la mente de ella el Ruiseñor habría permanecido invulnerable al desgaste del tiempo. Se había preparado para el encuentro escogiendo cada palabra e imaginando todas las posibles respuestas. Lo único que no se le ocurrió fue que en vez de la criatura de fuego por quien él había vivido atormentado, aparecería ante sus ojos una mujer desabrida y tímida. Bernal se sintió traicionado. Al anochecer, cuando pasó la euforia de la llegada y la madre y la hija se habían contado las últimas novedades, sacaron unas sillas al patio para aprovechar el fresco. El aire estaba cargado con el olor de los claveles. Bernal ofreció un trago de vino y Elena lo siguió para buscar los vasos. Por unos minutos estuvieron solos, frente a frente en la estrecha cocina. Y entonces el hombre, que había aguardado durante tanto tiempo esa oportunidad, retuvo a la mujer por un brazo y le dijo que todo había sido una terrible equivocación, que esa mañana él estaba dormido y no supo lo que hizo, que nunca quiso lanzarla al suelo ni llamarla así, que tuviera compasión y lo perdonara, a ver si así él lograba recuperar la cordura, porque en todos esos años el ardiente antojo por ella lo había acosado sin descanso, quemándole la sangre y corrompiéndole el espíritu. Elena lo miró asombrada y no supo qué contestar. ¿De qué niña perversa le hablaba? Para ella la infancia había quedado muy atrás y el dolor de ese primer amor rechazado estaba bloqueado en algún lugar sellado de la memoria. No guardaba ningún recuerdo de aquel jueves remoto. 14 Librodot

23.5.07

Volcán Stromboli

Esta fotografía muestra el volcán Stromboli en erupción, lanzando una verdadera cascada de lava incandescente.

Las erupciones estrombolianas se caracterizan por una explosión intermitente de lavas basálticas en forma de fuente, saliendo de un único cráter. Cada episodio es causado por la acumulación de gases volcánicos y ocurren de forma rítmica unas veces e irregular otras. Los fragmentos de lava consisten en bombas volcánicas que son redondeadas cuando se lanzan volando a través del aire.

Stromboli es una isla volcánica situada al sur de Italia, una de las islas Eolias, en el mar Tirreno, al noroeste de Mesina (Sicilia). Tiene una superficie de 13 km2. La isla debe su nombre al volcán activo que la formó y tiene algunos pueblos pequeños muy poco poblados. El cráter del volcán Stromboli se eleva 926 metros sobre el nivel del mar.

Dédalo el Inventor

Dédalo, un personaje de la mitología griega, era conocido por todas partes como un gran escultor, arquitecto e inventor. Desafortunadamente,un día enfureció al rey quien lo encerró, junto con su hijo Icaro, en una torre alta. Siendo un inventor extraordinario, Dédalo ingenió un plan de escape. Pidió velas para que, según él, pudiera seguir leyendo y estudiando. En realidad, él utilizó la cera y las plumas de los pájaros que volaban alrededor de la torre para construir un par de alas.

Observando cuidadosamente a los pájaros, Dédalo colocó plumas grandes sobre las pequeñas para formar una superficie cada vez más grande. Los más grandes fueron ligadas con una cuerda mientras que las más pequeñas con la cera. Le dió al ala una curvatura gradual como la de las alas de los pájaros. Cuando por fín terminó con su obra, Dédalo agitó las alas y, complacido, vio como se elevaba hasta cerca del techo de su celda. ¡Él podía volar! Rápidamente construyó un par de alas más pequeñas para su hijo y los dos hicieron vuelos de práctica en su celda. Antes de escapar, Dédalo le hizo unas advertencias a su hijo: "Mantente a una altura moderada. Si vuelas demasiado bajo, la humedad del mar estropeará tus alas. Si vuelas demasiado alto, el calor del sol las derretirá."

Icaro quedó encantado alegría con el poder del vuelo y se olvidó de las advertencias de su padre. Inclinó sus alas y se elevó como si se dirigiera al cielo. Pronto el sol ardiente ablandó la cera que sujetaba las plumas y estas comenzaron a desprenderse. Al notar que descendía, Icaro agitó sus brazos más y más rápidamente. Dédalo vio horrorizado como Icaro caía y se hundía en el mar. Su padre circundó varias veces sobre el sitio donde su hijo había desaparecido, pero lo único que pudo ver en la superficie del agua fueron unas cuantas plumas.

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE

13: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 13 la cuna. El jueves despertó alegre, ayudó a su madre a preparar el café para los pensionistas y luego desayunó con ella en la cocina, antes de irse a clases. A la escuela, en cambio, llegó quejándose de fuertes calambres en el estómago y tanto se retorció y pidió permiso para ir al baño, que a media mañana la maestra la autorizó para regresar a su casa. Elena dio un largo rodeo para evitar las calles del barrio y se aproximó a la casa por la pared del fondo, que daba a un barranco. Logró trepar el muro y saltar al patio con menos riesgo del esperado. Había calculado que a esa hora su madre estaba en el mercado, y como era el día del pescado fresco tardaría un buen rato en volver. En la casa sólo se encontraban Juan José Bernal y la señorita Sofía, que llevaba una semana sin ir al trabajo porque tenía un ataque de artritis. Elena escondió los libros y los zapatos bajo unas mantas y se deslizó al interior de la casa. Subió la escalera pegada a la pared, reteniendo la respiración, hasta que oyó la radio tronando en el cuarto de la señorita Sofía y se sintió más tranquila. La puerta de Bernal cedió de inmediato. Adentro estaba oscuro y por un momento no vio nada, porque venía del resplandor de la mañana en la calle, pero conocía la habitación de memoria, había medido el espacio muchas veces, sabía dónde se hallaba cada objeto, en qué lugar preciso el piso crujía y a cuántos pasos de la puerta estaba la cama. De todos modos, esperó que se le acostumbrara la vista a la penumbra y que aparecieran los contornos de los muebles. A los pocos instantes pudo distinguir también al hombre sobre la cama. No estaba boca abajo, como tantas veces lo imaginó, sino de espaldas sobre las sábanas, vestido sólo con un calzoncillo, un brazo extendido y el otro sobre el pecho, un mechón de cabello sobre los ojos. Elena sintió que de pronto todo el miedo y la impaciencia acumulados durante esos días desaparecían por completo, dejándola limpia, con la tranquilidad de quien sabe lo que debe hacer. Le pareció que había vivido ese momento muchas veces; sé dijo que no había nada que temer, se trataba sólo de una ceremonia algo diferente a las anteriores. Lentamente se quitó el uniforme de la escuela, pero no se atrevió a desprenderse también de sus bragas de algodón. Se acercó a la cama. Ya podía ver mejor a Bernal. Se sentó al borde, a poco trecho de la mano del hombre, procurando que su peso no marcara ni un pliegue más en las sábanas, se inclinó lentamente, hasta que su cara quedó a pocos centímetros de él y pudo sentir el calor de su respiración y el olor dulzón de su cuerpo, y con infinita prudencia se tendió a su lado, estirando cada pierna con cuidado para no despertarlo. Esperó, escuchando el silencio, hasta que se decidió a posar su mano sobre el vientre de él en una caricia casi imperceptible. Ese contacto provocó una oleada sofocante en su cuerpo, creyó que el ruido de su corazón retumbaba por toda la casa y despertaría al hombre. Necesitó varios minutos para recuperar el entendimiento y cuando comprobó que no se movía, relajó la tensión y apoyó la mano con todo el peso del brazo’ tan liviano de todos modos, que no alteró el descanso de Bernal. Elena recordó los gestos que había visto a su madre y mientras introducía los dedos bajo el elástico de los calzoncillos buscó la boca del hombre y lo besó como lo había hecho tantas veces frente al espejo. Bernal gimió aún dormido y enlazó a la niña por el talle con un brazo, mientras su otra mano atrapaba la de ella para guiarla y su boca se abría para devolver el beso, musitando el nombre de la amante. Elena lo oyó llamar a su madre, pero en vez de retirarse se apretó más contra él. Bernal la cogió por la cintura y se la subió encima, acomodándola sobre su cuerpo a tiempo que iniciaba los primeros movimientos del amor. Recién entonces, al sentir la fragilidad extrema de ese esqueleto de pájaro sobre su pecho, un chispazo de conciencia cruzó la algodonosa bruma del sueño y el hombre abrió los ojos. Elena sintió que el cuerpo de él se tensaba, se vio cogida por las costillas y rechazada con tal violencia que fue a dar al suelo, pero se puso de pie y volvió donde él para abrazarlo de nuevo. Bernal la golpeó en la cara y saltó de la cama, aterrado quién sabe por qué antiguas prohibiciones y pesadillas. –¡Perversa, niña perversa! –gritó. La puerta se abrió y la señorita Sofía apareció en el umbral. Elena pasó los siete años siguientes en un internado de monjas, tres más en una 13 Librodot

22.5.07

Cráter de un meteorito

Cuando un meteorito pequeño golpea el suelo de la Tierra no ocurre gran cosa. El efecto que puede producir en la corteza terrestre se erosiona rápidamente y, al cabo de poco tiempo, no queda ni rastro.

Sin embargo, hace unos 50.000 años, un meteorito de gran tamaño golpeó el suelo con fuerza y produjo el cráter meteorítico Barringer, en Arizona, que muestra esta foto.

Barringer tiene más de un kilómetro de diámetro. En 1920, fue el primer cráter de la superficie terrestre en ser reconocida como un cráter por impacto Hoy, se han identificado más de 100 cráteres terrestres por impacto. Un modelo computacional reciente indica cómo una parte del Cañón del Diablo se deforma y funde durante el choque que creó a Barringer.

Sinbad

Como siempre, Sinbad se hacía a la mar simplemente porque se aburría con la vida callada de la ciudad. Un día, llegó a una isla extraña y accidentalmente el barco zarpó sin él. Entonces subió hasta la cima de un árbol alto e inspeccionó la tierra a su alrededor. Vio algo que parecía una gran roca blanca y caminó hacia ella. Era muy lisa y resbaladiza.

De repente, un pájaro grande aterrizó y se sentó en la roca. En realidad, era un huevo gigantesco. El pájaro era tan grande que sus piernas eran más gruesas que los troncos de los árboles. Sinbad desenredó su turbante y se ató a una pierna del pájaro. Cuando el pájaro prendió vuelo, Sinbad fue transportado hasta muy alto en el cielo. Él estaba muy orgulloso de si e imaginaba que en poco tiempo, estaría de regreso a casa. En cuanto el pájaro aterrizó, Sinbad desató su turbante y se vio libre.

Al mirar a su alrededor, Sinbad se desanimó. Estaba rodeado de montañas tan altas que tocaban las nubes y tan empinadas que no podían ser escaladas. Entonces él hizo otro sorprendente descubrimiento. Esparcidos en el suelo habían miles de diamantes esplendorosos, algunos tan grandes como su cabeza. Estaba rodeado de una riqueza enorme, pero estaba atrapado.

De repente, algo cayó al suelo, cerca. de él. Era un pedazo grande de carne, que al aterrizar, se ensartó en los diamantes. Después más pedazos de carne cayeron alrededor de él. Inmediatamente, un pájaro apareció, recogió la carne acribillada con los diamantes y voló lejos.

Sinbad tomó algunos diamantes y los metió en su bolsa y la ató alrededor de su cintura. Después colocó un pedazo de carne en su espalda y lo envolvió con su turbante. Luego se acosto boca abajo en el suelo. Pronto otro pájaro bajó y recogió la carne amarrada a Sinbad.

Sin aliento, Sinbad se elevó en el aire a gran altura. Por fin, el pájaro se posó sobre un acantilado y ahí hizo su nido. Tan pronto como el pájaro aterrizó, alguien pegó un grito y ante el asombro de Sinbad, un hombre apareció. Con la ayuda de un palo, el hombre logró ahuyentar al pájaro Él también se sorprendió al ver a Sinbad en el nido.

Este hombre era quien había tirado los pedazos de carne y quien se apoderaba de los diamantes cuando los pájaros volvían a su nido. A Sinbad le encantó la inteligencia del hombre y le dio los diamantes que él había escondido en su bolsa. El hombre guió a Sinbad por la ladera de la montaña hasta la orilla del mar y lo puso en el siguiente barco que atracó en el puerto. Cuando Sinbad volvió a casa, se convirtió en un hombre de gran fama y fortuna.

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE

12: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 12 que era ella misma, deseando ser enorme, pesada y densa como una ballena. Imaginaba que se iba llenando de un líquido viscoso y dulce como miel, que se inflaba y crecía al tamaño de una descomunal muñeca, hasta llenar toda la cama, todo el cuarto, toda la casa con su cuerpo turgente. Extenuada, a veces se dormía por unos minutos, llorando. Una mañana de sábado Elena vio desde la ventana a Bernal que se aproximaba a su madre por detrás, cuando ella estaba inclinada en la artesa fregando ropa. El hombre le puso la mano en la cintura y la mujer no se movió, como si el peso de esa mano fuera parte de su cuerpo. Desde la distancia, Elena percibió el gesto de posesión de él, la actitud de entrega de su madre, la intimidad de los dos, esa corriente que los unía con un formidable secreto. La niña sintió que un golpe de sudor la bañaba entera, no podía respirar, su corazón era un pájaro asustado entre las costillas, le picaban las manos y los pies, la sangre pujando por reventarle los dedos. Desde ese día comenzó a espiar a su madre. Una a una fue descubriendo las evidencias buscadas, al principio sólo miradas, un saludo demasiado prolongado, una sonrisa cómplice, la sospecha de que bajo la mesa sus piernas se encontraban y que inventaban pretextos para quedarse a solas. Por fin una noche, de regreso del cuarto de Bernal donde había cumplido sus ritos de enamorada, escuchó un rumor de aguas subterráneas proveniente de la habitación de su madre y entonces comprendió que durante todo ese tiempo, mientras ella creía que Bernal estaba ganándose el sustento con canciones nocturnas, el hombre había estado al otro lado del pasillo, y mientras ella besaba su recuerdo en el espejo y aspiraba la huella de su paso en sus sábanas, él estaba con su madre. Con la destreza aprendida en tantos años de hacerse invisible, atravesó la puerta cerrada y los vio entregados al placer. La pantalla con flecos de la lámpara irradiaba una luz cálida, que revelaba a los amantes sobre la cama. Su madre se había transformado en una criatura redonda, ros. ada, gimiente, opulenta, una ondulante anémona de mar, puros tentáculos y ventosas, toda boca y manos y piernas y orificios, rodando y rodando adherida al cuerpo grande de Bernal, quien por contraste le pareció rígido, torpe, de movimientos espasmódicos, un trozo de madera sacudido por una ventolera inexplicable. Hasta entonces la niña no había visto a un hombre desnudo y la sorprendieron las fundamentales diferencias. La naturaleza masculina le pareció brutal y le tomó un buen tiempo sobreponerse al terror y forzarse a mirar. Pronto, sin embargo, la venció la fascinación de la escena y pudo observar con toda atención, para aprender de su madre los gestos que habían logrado arrebatarle a Bernal, gestos más poderosos que todo el amor de ella, que todas sus oraciones, sus sueños y sus silenciosas llamadas, que todas sus ceremonias mágicas para convocarlo a su lado. Estaba segura de que esas caricias y esos susurros contenían la clave del secreto y si lograba apoderárselos, Juan José Bernal dormiría con ella en la hamaca, que cada noche colgaba de dos ganchos en el cuarto de los armarios. Elena pasó los días siguientes en estado crepuscular. Perdió totalmente el interés por su entorno, inclusive por el mismo Bernal, quien pasó a ocupar un compartimiento de reserva en su mente, y se sumergió en una realidad fantástica que reemplazó por completo al mundo de los vivos. Siguió cumpliendo con las rutinas por la fuerza del hábito, pero su alma estaba ausente de todo lo que hacía. Cuando su madre notó su falta de apetito, lo atribuyó a la cercanía de la pubertad, a pesar de que Elena era a todas luces demasiado joven, y se dio tiempo para sentarse a solas con ella y ponerla al día sobre la broma de haber nacido mujer. La niña escuchó en taimado silencio la perorata sobre maldiciones bíblicas y sangres menstruales, convencida de que eso jamás le ocurriría a ella. El miércoles Elena sintió hambre por primera vez en casi una semana. Se metió en la despensa con un abrelatas y una cuchara y se devoró el contenido de tres tarros de arvejas, luego le quitó el vestido de cera roja a un queso holandés y se lo comió como una manzana. Después corrió al patio y, doblada en dos, vomitó una verde mezcolanza sobre los geranios. El dolor del vientre y el agrio sabor en la boca le devolvieron el sentido de la realidad. Esa noche durmió tranquila, enrollada en su hamaca, chupándose el dedo como en los tiempos de 12 Librodot

21.5.07

Capa de ozono

Tal como se esperaba, el agujero de ozono cercano al Polo Sur terrestre, volvió a crecer durante 2003. El agujero de este año, ligeramente más grande que Norteamérica, es más grande que el del año pasado, pero más pequeño que el del registro alcanzado el 10 de Septiembre de 2000.

El ozono es importante porque nos protege del daño de la radiación ultravioleta de la luz solar. No obstante, el ozono es vulnerable a los CFCs (Clorofluorocarbonos) y halogenuros, como el tetracloruro de carbono y el cloroformo, liberados en la atmósfera por la actividad humana. Los esfuerzos internacionales para reducir la utilización de estos compuestos químicos dañinos parece estar dando resultados positivos, ya que su abundancia en la atmósfera ha disminuido de manera efectiva.

Sin embargo, el tamaño relativamente grande del agujero de ozono del año 2003, se atribuyó de manera parcial al aire más frío de lo normal en la estratósfera circundante. La imagen del agujero de ozono fue tomada el 11 de Septiembre de 2003 por el satélite orbital Earth Probe.

El Shaman Aadja

Esta historia habla del desarrollo del shaman. Él es el doctor, el sacerdote, el filósofo, el historiador y el poeta. Él es el amo de la naturaleza, capaz de convocar a las fuerzas de la naturaleza para obtener su poder.

Había una vez un joven que al enfermarse terriblemente cayó en un sueño profundo. Un día oyó un aleteo y vio que un cuervo negro lo miraba fijamente. El cuervo lo recogió y voló por una apertura en el cielo hasta el sitio donde el sol y la luna brillaban. Los habitantes de este mundo superior tenían cuerpos humanos con cabeza de cuervos.

El joven fue colocado en un nido donde fue colmado de cuidados. Fue haciéndose más y más pequeño hasta que quedó del tamaño de un dedal. Después de varios años, el joven fue enviado de regreso a la tierra y él perdió toda memoria de su vida anterior.

Volvió a nacer, tuvo nuevos padres, y lo nombraron Aadja. Cuando tenía cinco años, de repente recordó todo lo que había sucedido: cómo él había nacido y vivido en la tierra, cómo había vuelto a nacer entre la gente cuervo y cómo ahora tenía otra vida.

Conforme crecía, Aadja iba descubriendo que tenía grandes poderes curativos. Cuando alguien en la aldea se enfermaba, se ponía en trance y buscaba en el paciente la causa de la enfermedad. Si había necesidad de usar un medicamento, convocaba a su guía espiritual, el cuervo, para que le mostrara donde crecía la hierba apropiada. Si determinaba que la persona había sido despojada de su alma, él volaba como un cuervo al mundo superior e intentaba traerla de regreso.

Con cada nuevo descubrimiento, la humanidad ha ganado entendimiento y poder. Aparecen nuevas historias que ilustran nuestras cambiantes experiencias. Crecemos más confiados en nuestra capacidad de dominar los elementos de la naturaleza.

Podemos contrastar el Shaman Aadja con Sinbad el marino. Aunque Sinbad se encuentra con tremendas criaturas en sus recorridos, a él no lo ayudan los espíritus ni los dioses. Lo que él utiliza es su ingenio y conocimiento. Él es un héroe "moderno."

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE

11: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 11 la rechazaba con suavidad, separándola para seguir sola. Con los ojos cerrados y la cabeza echada hacia atrás, la mujer ondulaba como una sábana secándose en la brisa. Elena se retiró y poco a poco también los demás volvieron a sus sillas, dejando a la dueña de la pensión sola al centro del patio, perdida en su danza. Desde esa noche Elena vio a Bernal con ojos nuevos. Olvidó que detestaba su brillantina, su escarbadientes y su arrogancia, y cuando lo veía pasar o lo escuchaba hablar recordaba las canciones de aquella fiesta improvisada y volvía a sentir el ardor en la piel y la confusión en el alma, una fiebre que no sabía poner en palabras. Lo observaba de lejos, a hurtadillas, y así fue descubriendo aquello que antes no supo percibir, sus hombros, su cuello ancho y fuerte, la curva sensual de sus labios gruesos, sus dientes perfectos, la elegancia de sus manos, largas y finas. Le entró un deseo insoportable de aproximarse a él para enterrar la cara en su pecho moreno, escuchar la vibración del aire en sus pulmones y el ruido de su corazón, aspirar su olor, un olor que sabía seco y penetrante, como de cuero curtido o de tabaco. Se imaginaba a sí misma jugando con su pelo, palpándole los músculos de la espalda y de las piernas, descubriendo la forma de sus pies, convertida en humo para metérsele por la garganta y ocuparlo entero. Pero si el hombre levantaba la mirada y se encontraba con la suya, Elena corría a ocultarse en el más apartado matorral del patio, temblando. Bernal se había adueñado de todos sus pensamientos, la niña ya no podía soportar la inmovilidad del tiempo lejos de él. En la escuela se movía como en una pesadilla, ciega y sorda a todo salvo las imágenes interiores, donde lo veía sólo a él. ¿Qué estaría haciendo en ese momento? Tal vez dormía boca abajo sobre la cama con las persianas cerradas, su cuarto en penumbra, el aire caliente agitado por las alas del ventilador, un sendero de sudor a lo largo de su columna, la cara hundida en la almohada. Con el primer golpe de la campana de salida corría a la casa, rezando para que él no se hubiera despertado todavía y ella alcanzara a lavarse y ponerse un vestido limpio y sentarse a esperarlo en la cocina, fingiendo hacer sus tareas para que su madre no la abrumara de labores domésticas. Y después, cuando lo escuchaba salir silbando del baño, agonizaba de impaciencia y de miedo, segura de que moriría de gozo si él la tocara o tan sólo le hablara, ansiosa de que eso ocurriera, pero al mismo tiempo lista para desaparecer entre los muebles, porque no podía vivir sin él, pero tampoco podía resistir su ardiente presencia. Con disimulo lo seguía a todas partes, lo servía en cada detalle, adivinaba sus deseos para ofrecerle lo que necesitaba antes de que ‘lo pidiera, pero se movía siempre como una sombra, para no revelar su existencia. En las noches Elena no lograba dormir, porque él no estaba en la casa. Abandonaba su hamaca y salía como un fantasma a vagar por el primer piso, juntando valor para entrar por fin sigilosa al cuarto de Bernal. Cerraba la puerta a su espalda y abría un poco la persiana, para que entrara el reflejo de la calle a alumbrar las ceremonias que había inventado para apoderarse de los pedazos del alma de ese hombre, que se quedaban impregnando sus objetos. En la luna del espejo, negra y brillante como un charco de lodo, se observaba largamente, porque allí se había mirado él y las huellas de las dos imágenes podrían confundirse en un abrazo. Se acercaba al cristal con los ojos muy abiertos, viéndose a sí misma con los ojos de él, besando sus propios labios con un beso frío y duro, que ella imaginaba caliente, como boca de hombre. Sentía la superficie del espejo contra su pecho y se le erizaban las diminutas cerezas de los senos, provocándole un dolor sordo que la recorría hacia abajo y se instalaba en un punto preciso entre sus piernas. Buscaba ese dolor una y otra vez. Del armario sacaba una camisa y las botas de Bernal y se las ponía. Daba unos pasos por el cuarto con mucho cuidado, para no hacer ruido. Así vestida hurgaba en sus cajones, se peinaba con su peine, chupaba su cepillo de dientes, lamía su crema de afeitar acariciaba su ropa sucia. Después, sin saber por qué lo hacía, se quitaba la camisa, las botas y su camisón y se tendía desnuda sobre la cama de Bernal, aspirando con avidez su olor, invocando su calor para envolverse en él. Se tocaba todo el cuerpo, empezando por la forma extraña de su cráneo, los cartílagos translúcidos de las orejas, las cuencas de los ojos, la cavidad de su boca, y así hacia abajo dibujándose los huesos, los pliegues, los ángulos y las curvas de esa totalidad insignificante 11 Librodot

19.5.07

La Tierra desde la Luna

Esta vista de la Tierra elevándose sobre el horizonte de la Luna fue tomada desde la nave espacial Apollo 11. El terreno lunar que se puede ver corresponde a la región del Mar de Smyth en el lado cercano de la Luna.

Desde la superficie lunar la Tierra se ve enorme y se pueden apreciar en detalle, si las nubes lo permiten, la silueta de los continentes. El color predominante es el azul. En cambio, la superficie lunar es de color gris ceniza.

La Danza del Águila

Un día, un cazador esquimal hambriento mató a un águila de un disparo para alimentarse. Sin embargo, a su regreso a casa, se sentía tan mal de haber matado al águila que en vez de comerselo, lo rellenó y lo colocó en un lugar de honor. Cada vez que él traía algo de comer a casa, le ofrecía la primera probada al águila.

Un día, el cazador se perdió en una ventisca. Mientras esperaba a que la tempestad terminara, dos hombres lo encontraron y lo llevaron a su aldea. Estos hombres llevaban palos cubiertos de plumas. En la aldea, el cazador conoció a una mujer vestida de negro. Inmediatamente se dio cuenta que ella era la madre del águila que él había matado.

La madre del águila le dijo que él había tratado bien a su hijo y lo había honrado apropiadamente. Ella le mostró al cazador la danza del águila, y le indicó que él debería memorizarla y enseñarla a su gente.

Después de que la danza terminó, la aldea del águila desapareció y el cazador se encontró de nuevo en medio de la ventisca. Él pudo regresar a su aldea y les relató acerca de su encuentro con la gente águila. También les enseñó la danza y cada año, la bailaban, tal y como se les había indicado. Nunca más cazaron el águila y sus redes y trampas estuvieron siempre llenas.

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE

10: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 10 que cantaba de noche y por lo tanto debía descansar durante el día, que no tenía ocupación por el momento, así es que no podía pagar el mes adelantado y que era muy escrupuloso con sus hábitos de alimentación y de higiene, era vegetariano y necesitaba dos duchas diarias. Sorprendida, Elena vio a su madre registrar sin comentarios al nuevo huésped en el libro y conducirlo hasta la habitación arrastrando a duras penas su pesada maleta, mientras él llevaba el estuche con la guitarra y el tubo de cartón donde atesoraba su afiche. Disimulándose contra la pared, la niña los siguió escaleras arriba y notó la expresión intensa del nuevo huésped a la vista del delantal de percal pegado a las nalgas húmedas de sudor de su madre. Al entrar al cuarto Elena encendió el interruptor y las grandes aspas del ventilador del techo comenzaron a girar con un silbido de hierros oxidados. Desde ese instante cambiaron las rutinas de la casa. Había más trabajo, porque Bernal dormía a las horas en que los demás habían partido a sus quehaceres, ocupaba el baño durante horas, consumía una cantidad abrumadora de alimentos de conejo que debían cocinarse por separado, usaba el teléfono a cada rato y enchufaba la plancha para repasar sus camisas de galán, sin que la dueña de la pensión le reclamara pagos extraordinarios. Elena volvía de la escuela con el sol de la siesta, cuando el día languidecía bajo una terrible luz blanca, pero a esa hora él todavía estaba en el primer sueño. Por orden de su madre, se quitaba los zapatos, para no violar el reposo artificial en que parecía suspendida la casa. La niña se dio cuenta de que su madre cambiaba día a día. Los signos fueron perceptibles para ella desde el principio, mucho antes de que los demás habitantes de la pensión empezaran a cuchichear a sus espaldas. Primero fue el olor, un aroma persistente de flores, que emanaba de la mujer y se quedaba flotando en el ámbito de los cuartos por donde ella pasaba. Elena conocía cada rincón de la casa y su largo hábito de espionaje le permitió descubrir el frasco de perfume detrás de los paquetes de arroz y los tarros de conservas en la despensa. Luego notó la línea de lápiz oscuro en los párpados, el toque de rojo en los labios, la ropa interior nueva, la sonrisa inmediata cuando Bernal bajaba por fin al atardecer, recién bañado, con el pelo todavía húmedo, y se sentaba en la cocina a devorar sus extraños guisos de faquír. La madre se sentaba al frente y él le contaba episodios de su vida de artista, celebrando cada una de sus propias travesuras con una risa fuerte que le nacía en el vientre. Las primeras semanas Elena sintió odio por ese hombre que ocupaba todo el espacio de la casa y toda la atención de su madre. Le repugnaba su pelo engrasado con brillantina, sus uñas barnizadas, su manía de escarbarse los dientes con un palito, su pedantería y su descaro para hacerse servir. Se preguntaba qué veía su madre en él, era sólo un aventurero de poca monta, un cantante de bares míseros de quien nadie había oído hablar, tal vez un rufián, como había sugerido en susurros la señorita Sofía, una de las pensionistas más antiguas. Pero entonces, una tarde caliente de domingo, cuando no había nada que hacer y las horas parecían detenidas entre las paredes de la casa, Juan José Bernal apareció en el patio con su guitarra, se instaló en un banco bajo la higuera y empezó a pulsar las cuerdas. El sonido atrajo a todos los huéspedes, que fueron asomándose uno a uno, primero con cierta timidez, sin comprender muy bien la causa de tanta bulla, pero luego sacaron entusiasmados las sillas del comedor y se acomodaron alrededor del Ruiseñor. El hombre tenía una voz vulgar, pero era entonado y cantaba con gracia. Conocía todos los viejos boleros y las rancheras del repertorio mexicano y algunas canciones guerrilleras sembradas de palabrotas y blasfemias, que hicieron sonrojar a las mujeres. Por primera vez, desde que la niña podía recordar, hubo en la pensión un ambiente de fiesta. Cuando oscureció encendieron dos lámparas de parafina para colgarlas de los árboles y trajeron cervezas y la botella de ron reservada para curar resfríos. Elena sirvió los vasos temblando, sentía las palabras de despecho de esas canciones y los lamentos de la guitarra en cada fibra del cuerpo, como una fiebre. Su madre seguía el ritmo con un pie. De súbito se levantó, la tomó de las manos y las dos empezaron a bailar, seguidas de inmediato por los demás, incluyendo a la señorita Sofía, toda remilgos y risas nerviosas. Por un largo rato, Elena se movió siguiendo la cadencia de la voz de Bernal, apretada contra el cuerpo de su madre, aspirando su nuevo olor a flores, totalmente dichosa. Pronto, sin embargo, notó que 10 Librodot

18.5.07

Puesta de Sol en el Sahara

Esta foto fue tomada por el equipo del Shuttle cuando este se encontraba sobre Sudan, cerca del Mar Rojo. Sahara es un gran desierto del norte de África que constituye el sector occidental de la gran banda de tierras áridas que se extienden entre el océano Atlántico, al oeste, y el mar Rojo, al este.

Este desierto, el más extenso del mundo, se interna unos 1.610 km en el continente, de norte a sur, y tiene una anchura de este a oeste de 5.150 km. El área total del Sahara supera los 9,1 millones de km cuadrados. Por su situación geográfica las puestas de sol suelen ser espectaculares. De hecho, el Sol es el gran protagonista, a veces demasiado, del desierto.

Los Planetas

La Astrología se basa en la posición de los planetas tal y como los observamos desde la Tierra.

Por este motivo, en Astrología se consideran planetas a los ocho cuerpos conocidos del sistema solar (excluyendo la Tierra) a los que se añaden el Sol y la Luna.

Según la doctrina astrológica, el movimiento de los planetas por los Signos y las Casas producen las diferencias entre unos y otros individuos, es decir, las diferentes Cartas Natales.

El Sol

En Astrología se considera al Sol como el Planeta más importante del horóscopo, de hecho, la posición del Sol en la Carta tiene una profunda influencia en la Personalidad. Rige el signo de Leo y representa la energía yang o masculina. Es la energía que hace posible la existencia. Simboliza la estructura básica del Ser. Representa el movimiento, la voluntad, el poder y el deseo, así como la vitalidad física y mental, y el liderazgo. Las personas con un Sol fuerte saben tomar la iniciativa y gozan de buena salud, aunque pueden ser arrogantes y egoístas.

La Luna

Regente del signo de C¥ncer , la Luna es una de las imágenes femeninas de la Carta Natal. Representa la energía Yin o pasiva en contraposición al Sol, que es Yang o activo. Es nutriente, maternal y acogedora, representando al recipiente en el que pueden crecer las energías engendradas por el Sol. El pasado, la memoria, el hogar familiar y el inconsciente están relacionados con la Luna. Las personas con una Luna fuerte en la carta tienden a ser hogareñas y se preocupan mucho por sus seres queridos. Son seres cambiantes y receptivos, de fuertes emociones y costumbres fijas.

Mercurio

Es el planeta de la comunicación y el mundo mental. Rige la lógica y el razonamiento, así como las percepciones sensoriales. En el cuerpo, actúa sobre el sistema nervioso y el cerebro. Los escritores, traductores y periodistas, así como todos aquellos que se interesan por la mente y el pensamiento lógico están influidos por Mercurio. Se le considera neutro, ni masculino ni femenino. Por su rápido movimiento, se le ha otorgado el dominio de los viajes de corta duración, así como de las comunicaciones, el correo y los medios de transporte. En el ámbito familiar, rige las relaciones con los hermanos. Mercurio gobierna los signos de G¥minis y Virgo.

Venus

Como Mercurio, Venus ejerce su regencia sobre dos signos, Tauro y Libra. Es el planeta del amor y la expresión no verbal de los sentimientos. Las atracciones espontáneas, la armonía y los placeres sensuales están regidos por Venus. La belleza y el placer estético que provoca el Arte son también producto de este planeta. Su acción es suave y armoniosa y se puede afirmar que las personas regidas por este astro son tranquilas, voluptuosas y amantes de los placeres. Sufren en las riñas y evitan los trabajos sucios o aburridos, buscando ocupaciones relacionadas con el arte, el colecionismo o la cocina.

Marte

El regente de Aries es el planeta de la energía pura. En su aspecto positivo es la fuerza que elimina las restricciones y provoca el movimiento. En su aspecto negativo rige la violencia y provoca los accidentes. El planeta de la guerra es, junto a Venus, el regente de la sexualidad. Las personas que tienen gran influencia de Marte pueden decantarse por profesiones relacionadas con el ejército, la policía o la medicina, sobre todo en la especialidad quirúrgica. El deporte o el trabajo manual también son atractivas para estas personas, no en vano, Marte es el regente corporal de los músculos.

Júpiter

Conocido por los antiguos como "el benéfico mayor", Júpiter rige el crecimiento físico y psicológico. Es un planeta expansivo que protege el aprendizaje y los viajes a países lejanos. La filosofía, la religión, los objetivos a largo plazo, así como la fortuna en los juegos de azar están bajo el patronazgo de Júpiter. Las personas regidas por Júpiter pueden decantarse por profesiones relacionadas con la enseñanza, los viajes, la justicia o la adquisición de conocimiento. Son personas que sienten gran interés por conocer otras culturas y por mezclarse con ellas, son optimistas natos y tienen un alto sentido de la ética. Júpiter es el regente de Sagitario.

Saturno

Saturno es quien impone las reglas en el horóscopo. Es el señor del tiempo y el que impone las estructuras. Provoca la maduración y la vejez, así como establece los límites al crecimiento. Su acción es lenta y duradera. Por eso, las personas regidas por este planeta son pacientes, profundos y rigurosos. En su aspecto negativo, estas personas son retrógradas y ambiciosas en extremo. En su aspecto positivo, son personas firmes, veraces y responsables. El terreno de Saturno está en el mundo de la empresa y las finanzas. Rige el signo de Capricornio.

Urano

Urano es el planeta que rompe las estructuras creadas por Saturno. Regente del signo de Acuario, es el que provoca las revoluciones sociales y los movimientos de expansión colectiva de la consciencia. Representa el impulso de libertad y el deseo de ser original. Todo lo nuevo, lo que resulta excentrico, lo que se anticipa a su época cae bajo la regencia de Urano. Su acción es súbita, inesperada y a menudo violenta. Rige las nuevas tecnologías, la electricidad y la comunicación. La persona Uraniana es intelectual, excéntrica, humanista y utópica, así como rebelde, individualista e ingeniosa. Probablemente se le encontrará en algún oficio relacionado con la tecnología o el arte de vanguardia.

Neptuno

El regente del Piscis es el planeta de la mística, la imaginación y los sueños. La soledad, la reclusión y la lejanía, así como el impulso espiritual o escapista son manifestaciones del espíritu neptuniano. Es el planeta de la intuición, de lo sutil y nebuloso, de las capacidades psíquicas, en definitiva, de todo lo que es misterioso, confuso o huidizo. Rige la danza y el teatro, la música, la poesía y el mar. En su aspecto más terrible, Neptuno empuja al sonambulismo, la enfermedad mental o la adicción a las drogas o al alcohol. Su acción es sutil y gradual. Las personas regidas por Neptuno son profundamente emocionales, huidizas, soñadoras, abnegadas y con talento psíquico.

Plutón

Es el planeta de la muerte y la resurreción. Provoca rupturas y desastres, obligando al ser humano a comenzar de nuevo desde cero. El orgasmo, la muerte, lo trascendente y el crimen están bajo su dominio. Es un planeta que provoca transformaciones que no se desean, pero que resultan inevitables Actúa sobre la parte subconsciente de la mente. Rige las masas, la destrucción y la subversión, así como todas las fobias y obsesiones, el aislamiento, el rapto, la coerción y las transmutaciones. Representa generación, regeneración y degeneración. Los regidos por Plutón son personas intensas, que pueden traer lo mejor o lo peor, pero que nunca provocan indiferencia. Plutón es el regente de Escorpio.

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE

9: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 9 NIÑA PERVERSA A los once años Elena Mejías era todavía una cachorra desnutrida, con la piel sin brillo de los niños solitarios, la boca con algunos huecos por una dentición tardía, el pelo color de ratón y un esqueleto visible que parecía demasiado contundente para su tamaño y amenazaba con salirse en las rodillas y en los codos. Nada en su aspecto delataba sus sueños tórridos ni anunciaba a la criatura apasionada que en verdad era. Pasaba desapercibida entre los muebles ordinarios y los cortinajes desteñidos de la pensión de su madre. Era sólo una gata melancólica jugando entre los geranios empolvados y los grandes helechos del patio o transitando entre el fogón de la cocina y las mesas del comedor con los platos de la cena. Rara vez algún cliente se fijaba en ella y si lo hacía era sólo para ordenarle que rociara con insecticida los nidos de las cucarachas o llenara el tanque del baño, cuando la crujiente carcasa de la bomba se negaba a subir el agua hasta el segundo piso. Su madre, agotada por el calor y el trabajo de la casa, no tenía ánimo para ternuras ni tiempo para observar a su hija, de modo que no supo cuándo Elena empezó a mutarse en un ser diferente. Durante los primeros años de su vida había sido una niña silenciosa y tímida, entretenida siempre en juegos misteriosos, que hablaba sola por los rincones y se chupaba el dedo. Sus salidas eran sólo a la escuela o al mercado, no parecía interesada en el bullicioso rebaño de niños de su edad que jugaban en la calle. La transformación de Elena Mejías coincidió con la llegada de Juan José Bernal, el Ruiseñor, como él mismo se había apodado y como lo anunciaba un afiche que clavó en la pared de su cuarto. Los pensionistas eran en su mayoría estudiantes y empleados de alguna oscura dependencia de la administración pública. Damas y caballeros de orden, como decía su madre, quien se vanagloriaba de no aceptar a cualquiera bajo su techo, sólo personas de mérito, con una ocupación conocida, buenas costumbres, la solvencia suficiente para pagar el mes por adelantado y la disposición para acatar las reglas de la pensión, más parecidas a las de un seminario de curas que a las de un hotel. Una viuda tiene que cuidar su reputación y hacerse respetar, no quiero que mi negocio se convierta en nido de vagabundos y pervertidos, repetía con frecuencia la madre, para que nadie –y mucho menos Elena– pudiera olvidarlo. Una de las tareas de la niña era vigilar a los huéspedes y mantener a su madre informada sobre cualquier detalle sospechoso. Esos trabajos de espía habían acentuado la condición incorpórea de la muchacha, que se esfumaba entre las sombras de los cuartos, existía en silencio y aparecía de súbito, como si acabara de retornar de una dimensión invisible. Madre e hija trabajaban juntas en las múltiples ocupaciones de la pensión, cada una inmersa en su callada rutina, sin necesidad de comunicarse. En realidad se hablaban poco y cuando lo hacían, en el rato libre de la hora de la siesta, era sobre los clientes. A veces Elena intentaba decorar las vidas grises de esos hombres y mujeres transitorios, que pasaban por la casa sin dejar recuerdos, atribuyéndoles algún evento extraordinario, pintándolas de colores con el regalo de algún amor clandestino o alguna tragedia, pero su madre tenía un instinto certero para detectar sus fantasías. Del mismo modo descubría si su hija le ocultaba información. Tenía un implacable sentido práctico y una noción muy clara de cuanto ocurría bajo su techo, sabía con exactitud qué hacía cada cual a toda hora del día o de la noche, cuánta azúcar quedaba en la despensa, para quién sonaba el teléfono o dónde habían quedado las tijeras. Había sido una mujer alegre y hasta bonita, sus toscos vestidos apenas contenían la impaciencia de un cuerpo todavía joven, pero llevaba tantos años ocupada de detalles mezquinos que se le habían ido secando la frescura del espíritu y el gusto por la vida. Sin embargo, cuando llegó Juan José Bernal a solicitar un cuarto de alquiler, todo cambió para ella y también para Elena. La madre, seducida por la modulación pretenciosa del Ruiseñor y la sugerencia de celebridad expuesta en el afiche, contradijo sus propias reglas y lo aceptó en la pensión, a pesar de que él no calzaba para nada con su imagen del cliente ideal. Bernal dijo 9 Librodot

17.5.07

Erupción volcánica

Un volcán es una formación geológica que consiste en una fisura en la corteza de un planeta sobre la que se acumula un cono de materia volcánica. En la cima del cono hay una chimenea cóncava llamada cráter. El cono se forma por la deposición de materia fundida y sólida que fluye o es expelida a través de la chimenea desde el interior del planeta.

En la imagen se puede apreciar la corriente de lava que desciende suavemente por las laderas de un volcán en Hawaii. Volcanes de este y otros tipos se producen en diversos cuerpos rocosos del sistema solar todavía activos.

Los Pájaros de Trueno.

La mayoría de las imágenes mitológicas relacionadas con el vuelo tienen que ver con pájaros. Estos animales mitológicos eran como nosotros, pero ellos eran capaces de controlar la gravedad. Se les cosideraba seres poseedores de una relación especial con las fuerzas de la naturaleza. A menudo adquirían formas de dioses. A veces, los hombres se transformaban en pájaros. Servían como guías, compañeros, mensajeros y guardianes.

Entre las tribus nativas a través de Norteamérica, el águila o pájaro de trueno era una figura poderosa. Era asociada con el cielo, el sol, el trueno y otros fenómenos. Aquellos que eran alcanzados por sus rayos eran iluminados o destruidos.

En muchas culturas hay gente con poderes especiales, logrados a través de una relación con espíritus de pájaros. En China, a los hombres de la montaña se les consideraba inmortales y capaces de volar. En la India, el término usado para dirigirse a un maestro yogi es Paramahamsa, o "supremo ganso salvaje." El dios indio Brahma voló en un ganso salvaje. Y en Egipto, la gente creía que cuando una persona moría, su alma se desprendía del cuerpo en la forma de un pajarito.

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8: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 8 no habían logrado tantos años de batallas lo había conseguido un encantamiento susurrado al oído. Tres días después llegaron el campamento y de inmediato condujo a su prisionera hasta el candidato, delante de toda la tropa. –Te traje a esta bruja para que le devuelvas sus palabras, Coronel, y para que ella te devuelva la hombría –dijo apuntando el cañon de su fusil a la nuca de la mujer. El Coronel y Belisa Crepusculario se miraron largamente, midiéndose desde la distancia. Los hombres comprendieron entonces que ya su jefe no podía deshacerse del hechizo de esas dos palabras endemoniadas, porque todos pudieron ver los ojos carnívoros del puma tornarse mansos cuando ella avanzó y le tomó la mano. 8 Librodot

16.5.07

Eclipse de Sol

Un eclipse de Sol es el oscurecimiento total o parcial del Sol producido por el paso de la Luna entre el Sol y la Tierra. Sólo es visible en una estrecha franja de la superficie de la Tierra. Cuando la Luna se interpone entre el Sol y la Tierra, proyecta sombra en una determinada parte de la superficie terrestre, y un determinado punto de la Tierra puede estar inmerso en el cono de sombra o en el cono de penumbra.

Los eclipses de Sol constituyen una ocasión de investigación científica excepcional para los astrónomos. En un año pueden ocurrir como mínimo dos eclipses de Sol y como máximo cinco, de los cuales hasta tres pueden ser totales o anulares. Aunque los eclipses de Sol son más frecuentes que los de Luna, en un mismo sitio del planeta puede verse un eclipse total de Sol cada 360 años en promedio.

Murciélagos

Una criatura voladora que todavía inspira miedo a los seres humanos es el murciélago. Los aborígenes australianos poseen una historia acerca una raza de criaturas humanoides pero con alas de murciélago que capturaron a una familia de hermanos. Los hermanos lograron escapar. Las danzas extrañas que supuestamente vieron realizar a los hombre murciélago todavía se utilizan en rituales hoy en día. En Europa Oriental, se asocia a los murciélagos con los vampiros, criaturas que se levantan en la noche para hacer daño a los seres vivos.

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7: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 7 para entregarle su regalo. Entonces el hombre sintió el olor de animal montuno que se desprendía de esa mujer, el calor de incendio que irradiaban sus caderas, el roce terrible de sus cabellos, el aliento de yerbabuena susurrando en su oreja las dos palabras secretas a las cuales tenía derecho. –Son tuyas, Coronel –dijo ella al retirarse–. Puedes emplearlas cuanto quieras. El Mulato acompañó a Belisa hasta el borde del camino, sin dejar de mirarla con ojos suplicantes de perro perdido, pero cuando estiró la mano para tocarla, ella lo detuvo con un chorro de palabras inventadas que tuvieron la virtud de espantarle el deseo, porque creyó que se trataba de alguna maldición irrevocable. En los meses de setiembre, octubre y noviembre el Coronel pronunció su discurso tantas veces, que de no haber sido hecho con palabras refulgentes y durables el uso lo habría vuelto ceniza. Recorrió el país en todas direcciones, entrando a las ciudades con aire triunfal y deteniéndose también en los pueblos más olvidados, allá donde sólo el rastro de basura indicaba la presencia humana, para convencer a los electores que votaran por él. Mientras hablaba sobre una tarima al centro de la plaza, el Mulato y sus hombres repartían caramelos y pintaban su nombre con escarcha dorada en las paredes, pero nadie prestaba atención a esos recursos de mercader, porque estaban deslumbrados por la claridad de sus proposiciones y la lucidez poética de sus argumentos, contagiados de su deseo tremendo de corregir los errores de la historia y alegres por primera vez en sus vidas. Al terminar la arenga del Candidato, la tropa lanzaba pistoletazos al aire y encendía petardos y cuando por fin se retiraban, quedaba atrás una estela de esperanza que perduraba muchos días en el aire, como el recuerdo magnífico de un cometa. Pronto el Coronel se convirtió en el político más popular. Era un fenómeno nunca visto, aquel hombre surgido de la guerra civil, lleno de cicatrices y hablando como un catedrático, cuyo prestigio se regaba por el territorio nacional conmoviendo el corazón de la patria. La prensa se ocupó de él. Viajaron de lejos los periodistas para entrevistarlo y repetir sus f rases, y así creció el número de sus seguidores y de sus enemigos. –Vamos bien, Coronel –dijo el Mulato al cumplirse doce semanas de éxito. Pero el candidato no lo escuchó. Estaba repitiendo sus dos palabras secretas, como hacía cada vez con mayor frecuencia. Las decía cuando lo ablandaba la nostalgia, las murmuraba dormido, las llevaba consigo sobre su caballo, las pensaba antes de pronunciar su célebre discurso y se sorprendía saboreándolas en sus descuidos. Y en toda ocasión en que esas dos palabras venían a su mente, evocaba la presencia de Belisa Crepusculario y se le alborotaban los sentidos con el recuerdo del olor montuno, el calor de incendio, el roce terrible y el aliento de yerbabuena, hasta que empezó a andar como un sonámbulo y sus propios hombres comprendieron que se le terminaría la vida antes de alcanzar el sillón de los presidentes. –¿Qué es lo que te pasa, Coronel? –le preguntó muchas veces el Mulato, hasta que por fin un día el jefe no pudo más y le confesó que la culpa de su ánimo eran esas dos palabras que llevaba clavadas en el vientre. –Dímelas, a ver si pierden su poder –le pidió su fiel ayudante. –No te las diré, son sólo mías –replicó el Coronel. Cansado de ver a su jefe deteriorarse como un condenado a muerte el Mulato se echó el fusil al hombro y partió en busca de Belisa Crepusculario. Siguió sus huellas por toda esa vasta geografía hasta encontrarla en un pueblo del sur, instalada bajo el toldo de su oficio, contando su rosario de noticias. Se le plantó delante con las piernas abiertas y el arma empuñada. –Tú te vienes conmigo –ordenó. Ella lo estaba esperando. Recogió su tintero, plegó el lienzo de su tenderete, se echó el chal sobre los hombros y en silencio trepó al anca del caballo. No cruzaron ni un gesto en todo el camino, porque al Mulato el deseo por ella se le había convertido en rabia y sólo el miedo que le inspiraba su lengua le impedía destrozarla a latigazos. Tampoco estaba dispuesto a comentarle que el Coronel andaba alelado, y que lo que 7 Librodot

15.5.07

Aurora boreal en la Tierra

Una aurora es una luminosidad que se produce a gran altitud, y generalmente por encima de los 60° de latitud, aunque también se observa en otras zonas. Según se produzca en el hemisferio norte o sur, se denomina aurora boreal o aurora austral. El término de aurora polar se aplica en ambos casos. La aurora consiste en manchas y columnas luminosas rápidamente cambiantes, de varias tonalidades.

Los fenómenos de aurora extensos están acompañados por perturbaciones en el magnetismo terrestre e interferencias con las transmisiones de radio, teléfono y telégrafos. Los periodos de máxima y mínima intensidad de las auroras coinciden casi exactamente con los del ciclo de manchas solares, que dura 11 años.

Pegaso, el Caballo Volador

El deseo más grande de Belerofonte era montar a Pegaso, el magnífico caballo con alas. Él pensaba que nunca podría acercarse a Pegaso y mucho menos domarlo y montarlo. Una noche, la diosa Atena se le apareció en un sueño. "Aquello que el hombre jura que no puede ser realizado, no debe ser esperado. El poder en alto lo pondrá en sus manos con facilidad."

Al despertar, Belerofonte encontró a sus pies un freno de caballo, hecho de oro. Fue al prado preferido de Pegaso y encontró a ese maravilloso caballo. Pegaso se acercó a Belerofonte trotando y permitió que lo montara sin resistirse.

El caballo y el jinete formaban un apareja perfecta y vivieron muchas emocionantes y exitosas aventuras juntos. Desafortunadamente para Belerofonte, él estaba empeñado en convertirse en un dios. Un día, saltó sobre Pegaso y lo incitó a subir al Olimpo, el hogar de los dioses. Sin embargo, Pegaso era más prudente y por vez primera no quiso obedecer. Arrojó a su jinete al suelo y se hecho a volar. Belerofonte, cuya ambición había crecido demasiado, tuvo que andar a pie sin rumbo por el resto de su vida, evitando el contacto con la gente.

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6: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 6 Mulato le dio de frente. La mujer vio su piel oscura y sus fieros ojos de puma y supo al punto que estaba frente al hombre más solo de este mundo. –Quiero ser Presidente –dijo él. Estaba cansado de recorrer esa tierra maldita en guerras inútiles y derrotas que ningún subterfugio podía transformar en victorias. Llevaba muchos años durmiendo a la intemperie, picado de mosquitos, alimentándose de iguanas y sopa de culebra, pero esos inconvenientes menores no constituían razón suficiente para cambiar su destino. Lo que en verdad le fastidiaba era el terror en los ojos ajenos. Deseaba entrar a los pueblos bajo arcos de triunfo, entre banderas de colores y flores, que lo aplaudieran y le dieran de regalo huevos frescos y pan recién horneado. Estaba harto de comprobar cómo a su paso huían los hombres, abortaban de susto las mujeres y temblaban las criaturas, por eso había decidido ser Presidente. El Mulato le sugirió que fueran a la capital y entraran galopando al Palacio para apoderarse del gobierno, tal como tomarori tantas otras cosas sin pedir permiso, pero al Coronel no le interesaba convertirse en otro tirano, de ésos ya habían tenido bastantes por allí y, además, de ese modo no obtendría el afecto de las gentes. Su idea consistía en ser elegido por votación popular en los comicios de diciembre. –Para eso necesito hablar como un candidato. ¿Puedes venderme las palabras para un discurso? –preguntó el Coronel a Belisa Crepusculario. Ella había aceptado muchos encargos, pero ninguno como ése, sin embargo no pudo negarse, temiendo que el Mulato le metiera un tiro entre los ojos o, peor aún, que el Coronel se echara a llorar. Por otra parte, sintió el impulso de ayudarlo, porque percibió un palpitante calor en su piel, un deseo poderoso de tocar a ese hombre, de recorrerlo con sus manos, de estrecharlo entre sus brazos. Toda la noche y buena parte del día siguiente estuvo Belisa Crepusculario buscando en su repertorio las palabras apropiadas para un discurso presidencial, vigilada de cerca por el Mulato, quien no apartaba los ojos de sus firmes piernas de s aspecaminante y sus senos virginales. Descartó las palabra ‘ ras y secas, las demasiado floridas, las que estaban desteñidas por el abuso, las que ofrecían promesas improbables, las carentes de verdad y las confusas, para quedarse sólo con aquellas capaces de tocar con certeza el pensamiento de los hombres y la intuición de las mujeres. Haciendo uso de los conocimientos comprados al cura por veinte pesos, escribió el discurso en una hoja de papel y luego hizo señas al Mulato para que desatara la cuerda con la cual la había amarrado por los tobillos a un árbol. La condujeron nuevamente donde el Coronel y al verlo ella volvió a sentir la misma palpitante ansiedad del primer encuentro. Le pasó el papel y aguardó, mientras él lo miraba sujetándolo con la punta de los dedos. –¿Qué carajo dice aquí? –preguntó por último. –¿No sabes leer? –Lo que yo sé hacer es la guerra –replicó él. Ella leyó en alta voz el discurso. Lo leyó tres veces, para que su cliente pudiera grabárselo en la memoria. Cuando terminó vio la emoción en los rostros de los hombres de la tropa que se juntaron para escucharla y notó que los ojos amarillos del Coronel brillaban de entusiasmo, seguro de que con esas palabras el sillón presidencial sería suyo. –Si después de oírlo tres veces los muchachos siguen @on la boca abierta, es que esta vaina sirve, Coronel –aprobo el Mulato. –¿Cuánto te debo por tu trabajo, mujer? –preguntó el jefe. –Un peso, Coronel. –No es caro –dijo él abriendo la bolsa que llevaba colgada del cinturón con los restos del último botín. –Además tienes derecho a una ñapa. Te corresponden dos palabras secretas –dijo Belisa Crepusculario. –¿Cómo es eso? Ella procedió a explicarle que por cada cincuenta centavos que pagaba un cliente, le obsequiaba una palabra de uso exclusivo. El jefe se encogió de hombros, pues no tenía ni el menor interés en la oferta, pero no quiso ser descortés con quien lo había servido tan bien. Ella se aproximó sin prisa al taburete de suela donde él estaba sentado y se inclinó 6 Librodot