11.5.07

tierra y la luna


No lejos de la Tierra, a una distancia media de 384.000 km., orbita la Luna, su único satélite. Debido a que el diámetro de la Luna con respecto al de nuestro planeta es de poco menos de 1/3, inusual para un satélite, algunos estudios han formulado la hipótesis de que el sistema Tierra-Luna sea un planeta doble. Sin embargo, la diversidad de composición no apoya esta idea y hoy se piensa sobre todo en un proceso de captura.

El plano de su órbita está inclinado unos 5 grados con respecto al plano de la órbita que la Tierra realiza alrededor del Sol. Para dar una vuelta completa en su órbita nuestro satélite emplea 27,3 días, el mismo tiempo que la Luna emplea para realizar un giro sobre su propio eje. Por eso la Luna dirige hacia la Tierra siempre la misma cara.

Mientras la Luna gira alrededor de la Tierra, nosotros vemos zonas variables de su hemisferio iluminado por el Sol, lo que conduce a ese fenómeno conocido como fases lunares: Luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante.

La Casa del Sol y la Luna

Este sencillo cuento nigeriano describe el orden del universo. Le da cualidades humanas a elementos naturales, y por lo tanto hace que nosotros podamos relacionarnos mejor con la historia misma.

Hace mucho tiempo, el Sol y la Luna se conocieron y se casaron. Construyeron una casa hermosa en tierra seca y comenzaron su vida juntos. Después de algunos meses decidieron invitar a su amigo el Océano a su casa. "Son muy amables por pensar en mí," dijo el Océano, "Pero me temo que no podré aceptar su oferta." "Lo sabía," dijo la Luna, "Usted ya no nos quiere." El océano respondió "Claro que sí pero pienso que no cabría en su casa." El Sol pensó que esto significaba que el Océano pensaba que su casa no era lo suficientemente grandiosa. "Por supuesto que no es eso lo que pienso" respondió el Oceano, "Estoy seguro que su casa es igual de brillante que ustedes, pero - ". "Entonces pase por favor," dijo la Luna al mismo tiempo que abría las puertas de par en par. La casa era muy grande y se extendía hasta donde la vista alcanzaba. El Océano se filtró tímidamente a través del umbral. "Pase, pase, hay suficiente lugar para usted, " dijo el Sol mientras reía. Entonces, el Océano comenzó a fluir hacia adentro más rápidamente.


Pronto el suelo entero se cubrió de agua. "Ve, no había nada por qué preocuparse," dijo la Luna. "En realidad, apenas estoy comenzando a entrar," dijo el Océano y al decir esto, una ola enorme se precipitó a través del cuarto y salpicó a las paredes. El Sol y la Luna se elevaron más y más para evitar que se mojaran. Pronto los pescados y las otras criaturas del mar comenzaron a nadar dentro de la casa. "Mil disculpas," pidió el Océano pero el Sol dijo "No se preocupe, hay lugar para todos."

A medida que el Océano continuaba inundando la casa, el Sol y la Luna se vieron forzados a subir más y más hasta que tuvieron que salir a la azotea. "Dígame, mi amigo," decía el Sol viendo hacia abajo, "Ya casi termina de entrar? " "Creo que casi voy a la mitad," rugió el océano. "Son muy amables por invitarme." El Sol y la Luna no deseaban ser groseros y retractarse y entonces simplemente subieron más y más en el cielo. Su magnífica casa flotaba al revés en el agua abajo. Fué así como el Sol y la Luna se establecieron permanéntemente en el cielo y encontraron armonía con la Tierra y el Océano. Y aunque se turnan para mirar hacia abajo con curiosidad, nunca han tocado la tierra otra vez desde entonces.

LOS CUENTOS DE EVA LUNA ISABEL ALLENDE (tres)

3: Librodot Cuentos de Eva Luna Isabel Allende 3 de la lámpara roza los senos y los pómulos de ella en el mismo ángulo y siempre el chal de seda y los cabellos oscuros caen con igual delicadeza. Cada vez que pienso en ti, así te veo, así nos veo, detenidos para siempre en ese lienzo, invulnerables al deterioro de la mala memoria. Puedo recrearme largamente en esa escena, hasta sentir que entro en el espacio del cuadro y ya no soy el que observa, sino el hombre que yace junto a esa mujer. Entonces se rompe la simétrica quietud de la pintura y escucho nuestras voces muy cercanas. –Cuéntame un cuento –te digo. –¿Cómo lo quieres? –Cuéntame un cuento que no le hayas contado a nadie. ROLF CARLE 3 Librodot